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Partiendo del artículo 14 de la Constitución Española, que proclama el derecho a la igualdad y a la no discriminación por razón de sexo, el 23 de marzo de 2007 se publicó la Ley Orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva de mujeres y hombres. La semana pasada se cumplió una década de su publicación, un aniversario bastante más discreto que el revuelo mediático que supuso su aprobación.

Más allá de las confrontaciones políticas, parte de la sociedad española no entendía en 2007 la exigencia de hacer una ley orgánica sobre un principio que ya recogía la Constitución. Especialmente en lo que se refería a medidas de discriminación positiva en favor de las mujeres. Sin embargo, diez años después el debate rebasa la necesidad de la misma y se centra en el largo camino que aún queda por recorrer.

Uno de los aspectos que manchó más páginas en los diarios fue la obligación de las listas electorales paritarias. La norma, que marcaba un máximo del 60% de personas del mismo sexo por lista, entró en vigor a escasos dos meses de las elecciones municipales de 2007, lo que generó una gran controversia en el establishment político.

La ley prestaba especial atención a la corrección de la desigualdad en las relaciones laborales, reconociendo el derecho a la conciliación de la vida personal, familiar y laboral. Este interés quedaba patente en los permisos de maternidad y paternidad.

Se ampliaba el permiso de maternidad en dos semanas para los supuestos de hijos con discapacidad y se flexibilizaban las horas de lactancia o la reducción de la jornada laboral. Sin duda, el permiso de paternidad supuso una de las medidas más innovadoras para la conciliación, fijándolo en trece días y ampliable en caso de parto múltiple.

Las empresas de más de doscientos cincuenta trabajadores tendrían que elaborar y aplicar planes de igualdad en los que se equipararían sobre el papel a mujeres y hombres en acceso al empleo, formación, retribución o conciliación. Desafortunadamente las expectativas se han incumplido.

En general la sociedad, y especialmente las empresas, se encuentran obligadas a acatar este cambio e introducir en sus estructuras de negocio principios de Responsabilidad Social Empresarial sin tener siquiera conocimiento de su significado.

La fuerte crisis económica sufrida también en esta década y la falta de madurez de la sociedad han ralentizado la evolución de esta ley, aunque no cabe duda que su promulgación ha significado un antes y un después en la sociedad española.

La tendencia slow fue fundada por el italiano Carlo Petrini (ver Wikipedia) en el año 1986. Tras presenciar la apertura de un restaurante de comida rápida en la Plaza de España de Roma, se planteó iniciar un cambio. En primer lugar creó el término «slow food» y desde ahí se fueron generando distintos conceptos que hoy engloban el movimiento slow.

El rápido ritmo de vida al que nos hemos habituado conlleva una situación de estrés constante,  en el que siempre tenemos prisa, comemos rápido, de casa a la oficina y de la oficina a casa, sin tiempo para relacionarse y menos para descansar. Diagnósticos como “crisis de ansiedad”, “colon irritable”  o “hipertensión” son ya unos habituales de las consultas de los médicos de la mayoría de países desarrollados.

El movimiento slow se crea con la intención de desacelerar esa tensión constante sin eliminar lo ya construido, lo que significa crear hábitos de vida saludable que se adapten a nuestro entorno -como por ejemplo ir caminando al trabajo, dedicar tiempo para la comida, consumir productos naturales y fomentar el consumo de lo autóctono.

La filosofía slow ha dado lugar además al turismo slow y la citta slow, en los que el fin común es la desaceleración y la reflexión, tomando una actitud lenta en la que se disfruta más de las cosas y de las personas.

Quitaos el reloj por un día y disfrutad del momento, Carpe Diem.

Para más información:

Esta semana hemos hecho una encuesta con la pregunta: “¿En qué ámbito de la empresa crees que es más importante la práctica de la Responsabilidad Social Corporativa?”. Los resultados de la participación han sido notables y esclarecedores.

Con un 65,28% de los votos, parece estar bastante claro que los empleados deben ser la principal preocupación para las empresas en materia de Responsabilidad Social, seguidos con bastante diferencia por el medio ambiente (18,06%). En última posición han quedado clientes (11,11%) y proveedores (5,56%) respectivamente. Las conclusiones, podrían parecer lógicas en primera instancia pero hagamos una lectura más profunda.

Para empezar, estamos en una época difícil, no solo para los ciudadanos sino también  para los empresarios. El hecho de que las personas deban ser la principal preocupación en una compañía es un claro reflejo de ello. Podríamos interpretar este resultado muy positivamente por diversas razones. La principal, porque se va clarificando el concepto de Responsabilidad Social entre la población, dejando entrever que sus ámbitos de aplicación no se deben concentrar solamente en la sostenibilidad y las acciones sin ánimo de lucro. La RSC es mucho más. Si somos más responsables con los conceptos de igualdad, conciliación o incluso fomento de un mejor ambiente laboral nuestros empleados percibirán estas buenas prácticas como un esfuerzo por hacer de la empresa un lugar mejor y actuarán en consecuencia. Además, según los datos de la encuesta, el medio ambiente es otro tema candente que merece un trato especial, interpretándose que la sociedad vive concienciada de la necesidad de un cambio y que de ese cambio deben participar también las compañías.

Desde Fundación Sando valoramos muy positivamente estos resultados y  pensamos que el respeto y cuidado del medio ambiente  puede –y debe ir asociado tanto a la filosofía de recursos humanos como a las relaciones con clientes y proveedores. Todos los grupos de interés merecen recibir un trato responsable.